Economía de la Educación. Reseña de enfoques

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Autor: Ariel Kleiman


Se plantea la educación y la capacitación como formas de inversión. Sin embargo, la educación no es un proceso de naturaleza esencialmente económica, sino que responde a diversos objetivos sociales. Por lo tanto, conceptos como capital humano y análisis de costo-beneficio de la educación no proveen una respuesta completa a la pregunta de cuál es el monto óptimo de recursos a asignar. Es por ello que en este ensayo se estimula la apertura hacia líneas de investigación alternativas.

Abstract
Education and training are outlined as forms of investment. However education is not strictly an economic matter, it also answers other social goals. Therefore, concepts as human capital and cost-benefit analysis 01 education do not provide complete response regarding the optimal amount of resources to assing. Due to these controversial issues the author suggests an opening to alternative
research lines.

El nacimiento de la subdiscíplina economía de la educación ocurre en nuestro siglo aun cuando sus pistas originales se remontan a reflexiones esporádicas de los patriarcas de la ciencia econóinica.


Los cronistas del tema rinden homenaje a Stanislav G. Strumilin, economista soviético, quien ya en 1924 llamó la atención a los responsables de la política pública de su país sobre las repercusiones económicas potenciales de una adecuada política educativa. Y en artículos posteriores, de 1929 y 1934, hizo énfasis sistemático en la idea de que la definición de objetivos para la educación pública no se circunscribe al ámbito exclusivo de la política social, sino que está impregnada de componentes identificables que corresponden a la política económica.


Basado Strumilin -al igual que sus colegas- en la teoría del valor-trabajo, su enfoque tendía a la funcionalización del sistema educativo en relación con los objetivos de pleno empleo y el crecimiento sostenido de la productividad. Paradójicamente -o no- no incursionó, o se abstuvo de incursionar, en el ámbito socioeconómico de la inequidad en la distribución de los ingresos, y en la posible contribución de la política educativa al logro de plena equidad social, slogan explícito de la ideología prevaleciente.


Su contraparte occidental fue Theodore W. Schultz, quien definió el concepto de “capital humano” en su conferencia magistral para la reunión anual de la American Economic Association de 1960. Sus artículos inmediatos “Inversión en capital humano” y “Educación y crecimiento económico”, ambos publicados en 1961, así como su versión -ligeramente diferente- en castellano titulada “El test económico para América Latina”, y su libro El valor económico de la educación de 1963, fueron despegue intelectual de un campo que ofrecía desafíos estimulantes desde su mismo nacimiento.

Al poco tiempo llegaron las contribuciones de investigación empírica de Edward F. Denison, “Las fuentes de crecimiento económico en los Estados Unidos y las opciones que se nos ofrecen” de 1962, y “¿por qué difieren las tasas de crecimiento?” de 1967, en colaboración con Jean Pierre Poullier.


La entrada de Gary S. Becker a este campo de investigación fue relativamente posterior, ya que su obra “Capital humano, un análisis teórico y empírico con referencia especial a la educación” data de 1964. Hecha esta importante aclaración quisiera confesar que me siento particularmente afortunado de haber tenido la oportunidad de conocer, observar y curiosear esta rama tan interesante del conocimiento desde su verdadera niñez. Leí dicho artículo de Schultz en 1964, como estudiante de la problemática del desarrollo económico, y me tocó reseñar el segundo libro de Denison a sólo un mes de publicado, por encargo de un intelectual mexicano que se estaba preparando sólidamente para llegar a ser secretario de Educación Pública.

El desarrollo inmediato del campo fue espectacular e incluso anárquico. Ochocientos trabajos en los primeros seis años de existencia, más de dos mil al cumplir los 18 años, y ya innumerables e imposibles de reseñar comprehensivamente en la actualidad. M. C. Bowman la denominó -ya en 1966 y muy acertadamente- en el título de su más celebrado artículo, titulado de esta manera: “La inversión en seres humanos: auténtica revolución en el pensamiento económico”. Considero de estricta justicia destacar las numerosas contribuciones de Marc Blaug y John Vaizey en Inglaterra; las de Héctor Correa, experto internacional de la OIT; Esteban Lederman, experto internacional del ILPES y CEP AL; George Psacharopoulos, experto internacional del Banco Mundial, y Herbert S. Parnes, director del Proyecto Regional Mediterráneo de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico Europeos, como líderes y pioneros del cambio, sin desmerecer por ello a muchos otros miles que han aportado desde granitos de arena hasta cimientos y tabiques en este proceso de investigación y construcción del conocimiento, que aunque esencialmente asistemático ha sido muy fructífero.


y simultáneamente, a medida que los trabajos y ensayos se multiplicaban y diversificaban, numerosos supuestos jamás comprobados fueron puestos en evidencia, muchas hipótesis fueron sometidas a tests de significación, diversas críticas comenzaron a arreciar, y las controversias no tardaron en florecer y en diseminarse. Por ello es necesario revisar el “estado del arte” y reflexionar sobre sus enseñanzas a fin de extraer conclusiones prudentes e identificar vetas fecundas que ameriten la asignación de recursos a futuras investigaciones.


Aspectos conceptuales

Para una taxonomía del campo de estudio es menester diferenciar el ámbito del conocimiento denominado “teoría del capital humano” de la economía de la educación, la economía de recursos humanos, de la economía laboral y de la planeación de requerimientos de mano de obra a nivel global, reconociendo -sin embargo- la existencia de traslapes o de problemáticas que demandan la concurrencia de varios enfoques. Tocaré solamente dos de estos aspectos.

El concepto de “capital humano.” y su inferencia lógica, la de considerar a la educación como una inversión en capital intangible, se derivan directamente del enfoque de Schultz. Lo resumimos así.


Se trata de la idea de que la gente actúa racionalmente al decidir en qué utiliza los recursos de que dispone. Entre esas decisiones se incluye la de destinar dinero al logro de objetivos a mediano y largo plazo, incluyendo aquéllos que cubren toda su esperanza de vida. La gente gasta en sí misma no sólo para obtener un disfrute inmediato., sino también en busca de rendimientos futuros, tanto monetarios como no. monetarios. En este sentido no se trata de un gasto sino de una inversión, ya que esa erogación se asimila a la adquisición o a la producción de algún bien de capital, es decir, un activo que generará productos-ingresos-beneficios durante un periodo considerable de tiempo.


La teoría convencional del capital y de la inversión se concentraban en la inversión en capital tangible, es decir, maquinaria, edificios, instalaciones, infraestructura, etcétera, que generaría resultados -valuables económicamente- a manera de flujos tangibles de bienes y servicios. A lo que Schultz abrió nuestros ojos es a la idea complementaria, y a la vez no convencional, de que· la educación y la capacitación ;para el desempeño laboral crean verdaderos activos, en forma de conocimientos y habilidades que incrementan decisivamente la capacidad de producción de los bienes de capital tangible. De ahí que la educación y la capacitación deban ser vistas como formas de inversión al nivel de individuo, que generan expectativas positivas de incremento de sus niveles futuros
de ingreso.


Desde este punto de vista, la teoría del capital humano se encuentra en una situación interdisciplinaria entre la Psicología y la Economía, en la medida en que profundiza en el examen de los motivos-razones-factores económicos que inducen a los individuos a destinar parte de su tiempo productivo a estudiar y capacitarse, en lugar de trabajar esas horas y ganar dinero inmediato.


El contexto de esta idea se puede ampliar si se comprende que a la misma finalidad confluyen las erogaciones en una nutrición de mejor calidad durante infancia y adolescencia, en un mejor cuidado de la salud y de la condición física, en reprofesionalización, en investigación del mercado laboral para obtener un mejor empleo, en migración tanto interna como internacional por razones semejantes, y otras decisiones equivalentes a éstas, que incrementan la calidad y/o la productividad de la fuerza de trabajo y elevan sus niveles futuros de ingreso.

Esta idea-fuerza no ha sido criticada. Quienes han escrito en sentido negativo hacia Schultz, lo han hecho en relación a artículos y ensayos posteriores en que se han explorado las opciones a nivel de la sociedad como un todo, de invertir en educación o en capacitación en lugar de hacerlo en capital físico, o en alternativas diferentes, como lo son salud, educación física, vivienda, nutrición sana, sistemas transparentes de información sobre mercados laborales, etcétera. Y más aún, en relación a expectativas controversiales de que una política de inversión social en educación o en capacitación se traduzca en una tasa más alta de crecimiento económico, o que una política social progresista y sostenida en materia educativa contribuya a reducir las inequidades sociales al cabo de un cierto número de generaciones.


El concepto de economía de la educación tiene un alcance muy diferente, aunque en ciertas áreas presente traslapes con el concepto de inversión en capital humano. Se trata de la idea de que la disciplina económica dispone de un valioso instrumental analítico que puede aplicar al análisis del sistema educativo y de sus instituciones, ya sea para elevar
su eficacia y/o mejorar su eficiencia, o a las relaciones entre educación-economía-sociedad para coadyuvar al logro de objetivos globales de política económica y social.


Parte de sus estudios tienen que ver:


a) Con la eficiencia interna de la educación, concebida como un sistema social complejo de producción de servicios que utiliza insumos tangibles e intangibles de diversa naturaleza, que incurre en costos y que genera productos mensurables en cantidad y calidad;
b) Con la erogación en tipos o niveles de educación que no interesan a los individuos como tales, en razón de que su redituabilidad privada esperada es baja o ínfima, aunque son socialmente necesarios;
c) Con la aportación de la educación al crecimiento económico nacional o regional, con sus implicaciones sobre el nivel de vida de la
comunidad;
d) Con la medición de los efectos redistributivos de la acción educativa y su contribución a una mayor igualdad de oportunidades para los individuos;
e) Con los efectos de la educación sobre la conducta económica de las personas tal como se manifiesta en su dedicación a actividades productivas, a las decisiones entre trabajo y ocio, a la utilización del ingreso personal entre consumo, ahorro y tributación, etcétera.

Cómo citar

KLEIMAN, A. (2013). Economía de la educación. Reseña de enfoques. Estudios Políticos, (25). https://doi.org/10.22201/fcpys.24484903e.2000.25.37294